¿POR QUÉ ESTOY AQUÍ HOY?
- Jorge Vargas
- 17 oct 2024
- 4 Min. de lectura
Carlos, un padre de familia con una rutina establecida, ha estado sintiendo un creciente desgano por todo lo que sucede a su alrededor. Un día, mientras se dirige a la oficina, una inquietud profunda lo invade: “La vida debe ser algo más que solo trabajar, viajar y estar con la familia”, se dice. Al llegar, durante la hora del almuerzo, comparte la pregunta que le ha estado rondando la mente con sus compañeros de trabajo: “¿Por qué estoy aquí hoy?”
Uno de sus colegas responde sin dudar: “Para trabajar. Si no trabajo, no puedo pagar mis deudas”. Otro, con una expresión más resignada, comenta: “En realidad no lo sé, si pudiera estaría en otro lugar”. Finalmente, una joven pasante responde con entusiasmo: “Yo estoy aquí porque la universidad me envió a realizar mis pasantías; sino, no me gradúo”. Ninguna de estas respuestas satisface la inquietud de Carlos. Aún queda esa sensación de vacío, la pregunta sigue vibrando en su mente: “¿Por qué estoy aquí hoy?”
Carlos siente que su vida es una lista interminable de tareas. Llega a casa, besa a su esposa, juega unos minutos con sus hijos y luego se sumerge en el sofá, viendo las noticias sin prestarles realmente atención. Los fines de semana, aunque rodeado de su familia, su mente vaga por pensamientos más profundos sobre lo que significa todo esto: trabajar, sobrevivir... ¿pero para qué? Su vida exterior parece perfecta, pero en su interior algo clama por una respuesta.
Este es un interrogante que ha resonado en la humanidad desde tiempos inmemoriales. Desde niños nos enseñan que la vida sigue un ciclo claro: nacer, crecer, reproducirse y morir. Cuatro fases simples, aparentemente que no cambian y son permanentes, pero que dejan fuera de consideración el inmenso universo de preguntas existenciales. ¿Es este el único propósito de nuestra vida? ¿Realmente hemos venido a este mundo solo para cumplir con un ciclo biológico? Así, la pregunta persiste: “¿Por qué estoy aquí hoy?”
Al avanzar en la vida, las expectativas cambian. Nos enseñan que debemos convertirnos en profesionales, obtener un título, conseguir un buen trabajo, y de alguna manera eso nos dará una vida plena. Sin embargo, muchos caen en el llamado "círculo de la rata": trabajar para ganar dinero, que a su vez se utiliza para pagar deudas, lo que lleva a seguir trabajando más, perpetuando el ciclo sin fin. Una vez más, la pregunta emerge: “¿Por qué estoy aquí hoy?”
Este círculo no es solo una trampa económica. Es una trampa emocional, un patrón repetitivo que se refuerza con la presión social de tener más, hacer más y ser más. Las redes sociales exacerban esta sensación, mostrando solo los aspectos más brillantes de la vida de los demás, alimentando una constante comparación que mantiene a las personas atrapadas en esa carrera sin fin. La verdadera trampa, sin embargo, está en la falta de propósito: trabajamos, pero ¿para qué? Ganamos, pero ¿qué es lo que realmente estamos acumulando?
Muchos estudiosos y filósofos han explorado esta inquietud. Abraham Maslow, en 1943, en su obra Una teoría de la motivación humana, propuso una jerarquía de cinco niveles de necesidades: necesidades fisiológicas (alimento, agua, refugio), de seguridad (protección, estabilidad), sociales (amor, pertenencia), de estima (respeto, reconocimiento) y de autorrealización (crecimiento personal, creatividad). Según Maslow, solo cuando las necesidades más básicas se han satisfecho, podemos aspirar a alcanzar niveles superiores de autorrealización. Desde esta perspectiva, la respuesta a la pregunta "¿Por qué estoy aquí hoy?" no sería accesible hasta que hayamos cubierto esas necesidades esenciales.
Viktor Frankl, un psicólogo y superviviente de los campos de concentración, propuso una visión diferente. En su obra El hombre en busca de sentido, Frankl sostiene que el propósito no proviene de las circunstancias externas, sino de nuestra capacidad para dar significado a nuestras experiencias, incluso en las más difíciles. Frankl creía que lo que da sentido a la vida es la actitud con la que enfrentamos el sufrimiento y los desafíos. Para él, la búsqueda de sentido es lo que mantiene a las personas vivas y esperanzadas.
En Japón, el concepto de ikigai ofrece otra pista hacia la respuesta. El ikigai es aquello que da sentido a la vida, una razón para levantarse cada mañana. Este término japonés, que se traduce como “la razón de ser”, se encuentra en la intersección de cuatro elementos: lo que amas, lo que el mundo necesita, lo que eres bueno haciendo y lo que te pueden pagar por hacer. En la vida moderna, encontrar este equilibrio puede ser clave para responder a la pregunta existencial que nos ocupa.
Por otro lado, en India, los sanyasis —renunciantes al mundo material— se hacen preguntas aún más profundas: “¿De dónde vengo? ¿A dónde voy?” Estas preguntas no buscan respuestas fáciles, sino una comprensión más profunda de la existencia misma, de lo trascendental. Al cuestionarse constantemente, encuentran pistas sobre el propósito de la vida, acercándose a una respuesta más espiritual que material.
La pregunta "¿por qué estoy aquí hoy?" también toca una dimensión espiritual que trasciende lo material. En muchas culturas, esta búsqueda de sentido se ha relacionado con la trascendencia. Ya sea a través de prácticas religiosas o a través de filosofías contemporáneas que exploran la meditación y la atención plena, la búsqueda de un propósito espiritual parece ser una constante en la humanidad. Este anhelo de conexión con algo más grande que nosotros mismos nos impulsa a explorar más allá de las fronteras físicas y emocionales.
Conclusión
La respuesta a “¿por qué estoy aquí hoy?” no es algo que se encuentre de una vez para siempre. Es una búsqueda constante, una brújula interna que ajustamos a medida que crecemos y evolucionamos. No todos tendrán la misma respuesta, pero lo importante es que este cuestionamiento nos invita a salir de la rutina, a vivir con propósito y a buscar sentido en cada etapa de nuestras vidas. La búsqueda, en sí misma, es lo que nos hace avanzar.
¿Y tú? Si estás leyendo esto, es porque en algún momento te has hecho esta misma pregunta. ¿Cuál es tu propósito? ¿Cómo encuentras sentido en tu vida diaria? Me encantaría que compartas tus pensamientos en los comentarios. Tal vez, al compartir nuestras perspectivas, podamos ayudarnos a entender mejor nuestro propio camino. ¡No olvides compartir este blog con alguien que también esté en busca de respuestas!
Al ver este tipo de contenido puedes notar de qué la vida se pasa en un abrir y cerrar de ojos y dejamos de lado la pregunta y decimos vivamos al 1000%, hace poco en mis labores cotidianas que comparto con personas que me doblan la edad me comparten sus conocimientos y me dicen no me guardo nada porque de aquí a mañana muero y no se lo pude enseñar ni a mis propios hijos 🙌🏼